29 noviembre 2007

Isla Negruda - Día 2

Bueno, pues demos las gracias al Hotel Vegas, aquí en Santiago, que aparte de tratarnos de maravilla y guardarnos cosas mientras nos pateamos Chile, tiene a disposición de sus clientes 3 PCs con acceso a Internet y una serie de no dispuestos clientes que no nos colapsan las máquinas y nos permiten a la bessona y a mí cerrar algunos temas del viaje y meteros estos posts. Mañana, un poco más al sur, ya veremos que pasa.

Empezamos alquilando vehículo, y por la Ruta 68 dirección Valparaiso, a la altura de Casablanca nos desviamos rumbo sur hacia Isla Negra, recóndito en su tiempo, ahora ya turistizado, pero no aún a los niveles de ciertas costas de nuestras tierras.



Y en Isla Negra, la casa de Neruda, llena de recuerdos y detalles que nos recuerda y detalla la amable recordadora y detalladora de estas historias. Te quedas con un Neruda coleccionista, artista, enamorado del mar, con un aire chungón (pedazo de odas a los vegetales!) y un entorno lleno de su obra... Yo no es que la conozca pero entre la bessona que domina más y alguno de los que nos acompañaban en la visita, me ha dado la sensación de hallarme ante un nuevo Santuario, algo así como el de José Cuervo (luego hablaremos de eso) o el de la Coca-Cola... Sí, ya lo sé, pero soy de ciencias y me voy al cuarto de los ratones....

Despues, rumbo al norte hacia Valparaiso, pero en plan investigation, por las carreteras costaneras, llenas de pendientes y vacías de vehículos. Ahí, pillando info de la que está en los cielos, parada en Quintay, a la búsqueda del Cayucos chileno. No ha estado mal la caza de lugar, sus casas colgando, sus restaurantes de pescadito (ahí, que remedio!, no quedaba nada serio pedir hamburguesa, aunque vacas haberlas haylas y nada lejos) y su ambiente aún esquivo a las redes del turismo masificado, que ya nos hemos encontrado antes y despues de dicha villa de rompe y rasga. A ver lo que dura...








Y por la tarde, Valparaiso y Viña del Mar en cámara rápida. Valparaiso de su puerto y sus cerros repartidos alrededor, accesibles por ascensores-funiculares empinados y desplegando por todas las faldas de las montañas, casas que abarcan desde los estilos Vallvidriera a los estilos Colonia Nueva Capital de Tegucigalpa.

Una ciudad para regresar a la realidad de la que nos habíamos apartado por mañana.

Muy semejante en población, Viña del Mar; pero con un status diferente: el de la niña bonita al lado del rudo trabajador.





Y ya acabo, que vuestro jefe ya me ha llamado la atención. El toque original ha sido en la casa de Neruda en la Isla Negra. Mentiría si os dijera que no me he emocionado allí. En la foto podeis ver el motivo: Un pedazo ágave azul que mi héroe Pablo se entretenía en cuidar y ver crecer. Le he pillado alguno mas en la bajada hacia la playa, pero el bueno de verdad era este hermoso ejemplar digno de las montañas azules de Tequila y alrededores. En su colección de botellas no he visto la de José Cuervo, pero seguro que alguna de ellas habría estado llena de tequila 100% ágave azul. Uno de mis próximos chupitos lo tomaré en su honor.

De la obra que he visto y he oído durante el día de hoy, me quedo con la frase que tiene a la entrada de su "choza", y así compenso la literatura más tradicional de ayer:

Regresé de mis viajes.
Navegué construyendo la alegría.

1 comentario:

Ernesto Frattarola dijo...

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. /
Escribir, por ejemplo, la noche está estrellada, /
y tiritan, azules, los astros a lo lejos. /
El viento de la noche gira en el cielo y canta."

Hasta dónde puede llegar a inspirar don José Cuervo... :-p